FIFA vs COI: La historia detrás del fútbol en los Juegos Olímpicos

En las últimas semanas se volvió una costumbre ver noticias de clubes de fútbol que no permiten a sus estrellas participar de los Juegos Olímpicos. La razón es simple: no tienen la obligación de hacerlo y prefieren no correr el riesgo de que se lesionen.

A diferencia de la Copa del Mundo y las respectivas copas continentales, la FIFA deja a criterio de cada club la decisión de ceder jugadores a las selecciones nacionales. Además de esta reglamentación, todos los integrantes del plantel de los Juegos deben tener menos de 23 años, a excepción de 3 futbolistas que pueden superar dicha edad.

Ahora bien, la pregunta es: ¿Cómo llegamos a este punto? ¿Por qué vemos a LeBron James, Novak Djokovic y otras grandes figuras del deporte en los Olímpicos pero no a Messi o Mbappé? Acompáñenme.

El fútbol forma parte de los Juegos Olímpicos desde París 1900. A partir de allí, la única edición en la que no se disputó este torneo fue en Los Ángeles 1932. Y esta historia tiene mucho que ver con ese hecho.

Aunque la FIFA fue creada en 1904, no fue hasta 1924 que comenzó a hacerse cargo de la organización del torneo de fútbol en los Juegos. Y la verdad es que desde el día uno tuvieron problemas con el Comité Olímpico Internacional (COI). La base de todos las disputas fue siempre la misma: la profesionalización del fútbol.

Durante la mayor parte de su historia, los Juegos Olímpicos permitieron únicamente la participación de atletas amateurs. Es decir, personas que no recibieran una remuneración  por su actividad deportiva. Esta fue una de las bases de Pierre de Coubertin cuando revivió la competencia en 1896.

Según el artículo científico de Florence Carpentier llamado "Le conflit entre le C.I.O. et la F.I.F.A. dans l'entre-deux-guerres. Les Jeux olympiques contre la Coupe du Monde de football", el problema entre el COI y la FIFA surgió en 1925 a la hora de definir qué calificaba como amateurismo. Más en particular, sobre la aceptación o no de la compensación por sueldo perdido. Es decir, una remuneración a los jugadores por el sueldo que dejan de percibir debido a su participación en la competencia.

Henri de Baillet-Latour, presidente del COI por aquel entonces, dejó en claro que este tipo de compensaciones estaba prohibido. Sin embargo, la FIFA estaba a punto de permitir ese tipo de remuneración.

Por lo que Jules Rimet, presidente de la FIFA por aquel entonces, le pidió a su homólogo del COI modificar esta normativa para los juegos de Ámsterdam 1928. Si esto no sucedía, todos los jugadores que recibían dicha compensación no podrían participar de la competencia.

Baillet-Latour tenía un dilema: mantenerse firme a los valores de los Juegos Olímpicos, o cambiar para no dejar afuera al fútbol, que para aquel momento ya era el deporte que más traccionaba en el evento. 

Luego de un largo ida y vuelta, ante la presión del comité organizador de Ámsterdam para que el COI "salvara a los juegos" del desastre económico, se permitió la participación de estos futbolistas.

Aunque, semanas antes del inicio de la competencia, Baillet-Latour dejó en claro que se trataba de una medida provisional a revisarse para la próxima edición. Una semana después de este comunicado, ante la creciente tensión entre ambas organizaciones, la FIFA aprobó la creación de un campeonato mundial independiente. Dos años más tarde, en 1930 la FIFA llevó a cabo su primera Copa del Mundo (llamada Copa Rimet por aquel entonces).

Para los Juegos de 1932 la situación era diferente: la competencia se realizaba en Los Ángeles y, a diferencia de Ámsterdam, Estados Unidos estaba en contra de aceptar jugadores de fútbol no amateurs. Ante la negativa de la FIFA de cambiar su definición de amateurismo para dejar afuera cualquier tipo de compensación, el fútbol no formó parte de aquella edición de los Olímpicos.

En 1931 la FIFA oficializó el profesionalismo y se distanció definitivamente de la competencia del COI. Para los Juegos de Berlín de 1936 decidieron alinearse con la definición de amateurismo que tenía el COI y permitió a los países miembros de la FIFA participar con un equipo puramente amateur. De esa manera, la federación internacional de fútbol se aseguró de que los profesionales estuvieran dispuestos únicamente para su torneo.

Un dato interesante es el impacto que esto tuvo en el interés por el fútbol en los Juegos Olímpicos. Si hay algo que está claro que genera tracción en la audiencia, es ver a los mejores. Mientras que el fútbol fue el deporte con más público de los Juegos de 1928, la calidad de los partidos y el interés consecuente bajó considerablemente para 1936, ya con la restricción a jugadores puramente amateurs.

Todo siguió más o menos igual hasta la década de los 80. Desde 1948 a 1980 el fútbol olímpico estuvo dominado por la Unión Soviética y regímenes similares debido a un fenómeno conocido como "amateurismo estatal". En él, los jugadores no recibían una remuneración directa por parte de los clubes, por lo que seguían siendo amateurs, pero sí lo hacían desde el estado. Logrando así una importante diferencia en la calidad de juego.

Durante todo ese tiempo, otros deportes, como el básquet, también se fueron profesionalizando y generando el mismo problema que tuvo el fútbol. El efecto fue el mismo en todos los deportes: ir perdiendo la participación de los mejores talentos mundiales. Finalmente, en búsqueda de no perder protagonismo, los Juegos comenzaron a permitir la participación de deportistas profesionales.

Fue en Los Ángeles, la misma ciudad donde no se jugó el campeonato de fútbol debido a la disputa por el amateurismo, donde el fútbol olímpico aceptó por primera vez a jugadores profesionales. Tuvieron que pasar 52 años entre ambas ediciones.

Aunque, la FIFA ya no se encontraba en la misma situación. Ahora la federación tenía un gran campeonato que gozaba de ser la máxima competencia de fútbol a nivel mundial. No tenía sentido poner eso en riesgo permitiendo a los países competir con sus mejores jugadores en los Juegos Olímpicos.

Por lo que, se aceptaron profesionales bajo la siguiente condición: aquellos países que pertenezcan a la UEFA o a la CONMEBOL sólo podrán convocar futbolistas que no hayan participado de una Copa del Mundo previamente. La línea estaba más que clara. Los Juegos Olímpicos no tendrían a sus figuras.

Finalmente, en 1992 se volvió a modificar la regla para pasar a lo que conocemos actualmente. Aunque recién desde 1996 se permitieron los 3 jugadores que superen los 23 años de edad. Sin embargo, como dijimos al principio, ahora los clubes hacen el trabajo en nombre de la FIFA al impedir la participación de las estrellas.

Estas decisiones a lo largo del tiempo fueron claves para proteger la Copa del Mundo. Salvando las distancias, fijémonos en lo que ocurrió con el básquet. La FIBA, homóloga a la FIFA, también permitió profesionales desde los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Sin embargo, no puso los mismos requisitos que la FIFA. De esa manera, en aquella edición tuvimos el famoso Dream Team de Estados Unidos conformado por Michael Jordan, Scottie Pipen, Larry Bird, Magic Johnson y otros. 

Esto claramente fue una victoria para todos: el básquet aumentó increíblemente su audiencia global, los Juegos Olímpicos ganaron tracción en esta audiencia y la NBA mostró el poderío de su liga y jugadores. Quizás el problema es que, al día de hoy, el torneo olímpico parece tener más relevancia que el mundial de básquet que la FIBA organiza desde 1950.

Quizás la FIFA y el fútbol no necesitaban a los Juegos Olímpicos como sí lo hacía el básquet. Si hay algo que está claro, es que la FIFA consiguió crear y proteger una competencia que hoy en día genera lo mismo o más dinero que la totalidad de los Juegos Olímpicos.

Nos vemos la próxima.

Santiago

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