Manchester United debe decidir: ¿Llegó el final del Old Trafford?

El legendario Old Trafford parece haber llegado al final de sus días. En el artículo de hoy analizaremos cómo el estadio del Manchester United alcanzó una situación crítica, cuáles son los modelos que evalúan sus directivos de cara al futuro, y por qué un nuevo recinto puede ser la base para la refundación del club.

En 1910, luego de una inversión de 60.000 libras, equivalentes a unas 9 millones en la actualidad, el Teatro de los Sueños abrió sus puertas por primera vez. Este maravilloso escenario, capaz de alojar 80.000 espectadores, rápidamente se ganaría la admiración de todo el mundo.

Con el paso de los años, el Old Trafford se fue remodelando para siempre mantenerse a la vanguardia de los estadios de fútbol a nivel mundial. De hecho, en 1990 sufrió un golpe muy duro cuando el gobierno exigió a los recintos de Primera y Segunda División estar totalmente equipados con butacas. La medida mejoró la seguridad, pero redujo drásticamente la capacidad del estadio a tan solo 44.000 personas, el punto más bajo de su historia. Estamos hablando de casi la mitad de lo que permitía cuando se fundó.

Con el objetivo de devolverles el lugar a aquellos que debieron quedarse afuera por la normativa, durante las temporadas siguientes el club construyó una segunda bandeja en 3 de los 4 laterales, permitiendo aumentar nuevamente el aforo hasta las 76.000 personas. Para que tengan una idea, la mayoría de los estadios de la Premier en ese momento podían recibir entre 30.000 y 40.000 espectadores. La diferencia del Old Trafford con el resto era abrumadora.

Sin embargo, esto comenzó a cambiar a partir de los años 2000. El resto de los clubes se dieron cuenta de que el negocio del fútbol había evolucionado, y que tener un estadio moderno era clave para el éxito económico y deportivo de las instituciones.

El City, por ejemplo, construyó su estadio en 2003, y realizó varias modificaciones desde entonces, tanto para ampliar su capacidad, como para añadir más y mejores servicios. Hoy puede recibir hasta 54.000 personas y tiene un proyecto en carpeta para ampliarlo a 60.000 en los próximos años. El Arsenal, por su parte, inauguró en 2006 el moderno Emirates Stadium con capacidad para 60.000 espectadores y una infraestructura de primer nivel.  

Más adelante, otros equipos como el Brighton, el West Ham, el Liverpool y el Tottenham encararon proyectos de cientos de millones de libras para ampliar sus instalaciones o construir nuevos complejos deportivos desde cero.

En contraste, las intervenciones en el Old Trafford han brillado por su ausencia. Las imágenes de agua filtrándose por las gradas y la presencia de ratones en el campo de juego son solo algunos ejemplos del desgaste de un edificio con más de 100 años de antigüedad.

La mejor manera de entender este declive es ver, justamente, los números de facturación de los respectivos estadios. Según los informes de Deloitte, en la temporada 2004-2005, el United era el líder indiscutido en la categoría de ingresos por día de partido con 102,5 millones de euros. Esta cifra significaba casi el 20% que el Chelsea, quien se ubicaba segundo y tres veces lo del Inter, quien estaba décimo en la lista.

Pero, si avanzamos en el tiempo y vamos a la temporada de 2012-2013 la situación era completamente diferente. Los diablos rojos habían perdido la delantera en Inglaterra con respecto al estadio. Los 132 millones del Arsenal serían suficientes para superar los 127 del United.

Finalmente, si viajamos diez años más adelante, a la campaña 2022-2023, la realidad era todavía más contundente. Los 128 millones del United quedaron por debajo de los 135 millones del Tottenham y muy lejos de los 166 millones del Barcelona, quién lideró el ranking este año. 

Siguiendo con el United, la gran pregunta es: ¿Cómo pasamos de una escena tan gloriosa a principios de los 2000 a otra tan desoladora en la actualidad?  Si hacemos esta pregunta en las calles de Manchester, todas las respuestas apuntarán a la familia Glazer. Primero Malcolm y luego sus hijos, Avram y Joel Glazer.

Los empresarios estadounidenses adquirieron al Manchester United en 2005. Por aquel momento, el fútbol estaba en pleno proceso de internacionalización y la marca de los Red Devils era una de las más codiciadas. Los norteamericanos ofrecieron la imponente suma de 790 millones de libras para quedarse con el club, rompiendo un legado de más de 100 años bajo control de accionistas británicos.

La gestión de los Glazer estuvo cargada de polémicas desde el día uno. Una de ellas relacionada, justamente, a su pasividad para modernizar el estadio. La razones por las cuáles no priorizaron este tema son difíciles de explicar, aunque algunos sugieren que la amplia ventaja con la que partían originalmente generó cierta complacencia en los directivos.

Aunque, si hay un tema que enfureció a los seguidores del United, y hoy representa un verdadero problema para financiar con el nuevo recinto, ese es el de la deuda. Cuando los Glazer llegaron a la ciudad, el United estaba casi libre de pasivos. Pero con el tiempo, los compromisos se fueron acumulando hasta alcanzar un máximo de 725 millones de libras en 2023. Como consecuencia, el club ya pagó unas 747 millones en concepto de intereses desde que asumieron el mando en 2005. Imaginen la cantidad de cosas que podrían haber hecho con ese dinero.

Sin embargo, parece ser que los Glazer alcanzaron un punto de quiebre en 2024. Tras años de malos resultados y un claro descontento por parte de los fanáticos, la familia vendió el 27,7% de las acciones a Jim Ratcliffe, fundador de la compañía química INEOS y oriundo de Manchester. Este llegó con la intención de iniciar una nueva etapa en la historia de los Red Devils.

Una de sus primeras tareas fue resolver el futuro del Old Trafford. Y si bien originalmente había dos posiciones en pugna, remodelar el recinto actual o mudarse a uno nuevo, pareciera que la segunda opción está ganando la batalla.

La propuesta de renovación obviamente es la preferida entre los fanáticos más tradicionales, pero llevar a cabo esta alternativa no es para nada sencillo. Su tribuna sur, la única que no tiene un segundo nivel, está delimitada por las vías del tren. Ampliar esa sección implicaría una obra de ingeniería extremadamente compleja, que además tendría que coordinarse con las autoridades ferroviarias. Esto genera que el costo de la remodelación del estadio sea extremadamente alto. El monto necesario se estimó en unas 800 millones de libras, cifra que pareciera ser demasiado elevada para una obra que no modificaría sustancialmente las prestaciones del recinto.

Por este motivo, la balanza se inclinaría cada vez más hacia la idea de construir un estadio nuevo. La consultora Oxford Economics recientemente emitió un comunicado señalando los principales beneficios de la llamada “Propuesta de regeneración de Trafford Park”. La iniciativa incluye no solo un nuevo recinto para 100.000 personas, sino la intervención de todo el trazado urbano que la rodea, permitiendo construir 17.000 nuevas viviendas y creando 92.000 puestos de trabajo. El informe concluye que el proyecto aportaría unas 7.300 millones de libras por año a la economía del Reino Unido. 

Para estimar cuál sería el impacto concreto del nuevo estadio del United, debemos tener en cuenta tanto la nueva capacidad como el potencial ingreso por cada persona que visite el estadio. Actualmente, según informes de la UEFA, el Tottenham es quien más dinero obtiene por cada fanático que va a su recinto, computando 101 euros por espectador. Luego sigue el Arsenal con 83 euros, el Liverpool con 69 y el Chelsea con 66. El Manchester United, con su viejo Old Trafford consigue apenas 51 euros por persona, ocupando recién el quinto lugar.

Asumiendo que el nuevo recinto le permite al United aumentar este número hasta 70 a 90 euros por persona, con una capacidad para 100.000 fanáticos, estamos hablando de entre 200 y 250 millones de euros anuales. Esto significaría un incremento de más de 100 millones sobre la facturación actual y colocarse, nuevamente, como el club que más genera por su estadio en el mundo. Además, los valores previos sólo contemplan los ingresos por los días de partido. Con el nuevo recinto el equipo probablemente consiga mejores acuerdos comerciales, haciendo que el impacto final sea todavía más grande.

De todas maneras, si bien los beneficios están a la vista, lo cierto es que para poder avanzar el Manchester debe conseguir una enorme cantidad de dinero. La construcción de un nuevo estadio demandaría alrededor de 2.000 millones de libras.  

Una de las propuestas para parte de estos fondos es que el club venda los derechos de nombre del recinto. Se estima que los Red Devils podrían obtener entre 20 y 30 millones por temporada mediante esta vía. Un contrato de licenciamiento por 20 años daría entre 400 y 600 millones de euros para utilizar en el proyecto. Obviamente, habría que tener en cuenta los plazos en los que el United recibiría ese dinero.

Por fuera de esta opción, si bien el club está intentando conseguir financiamiento por parte del gobierno, la realidad es que lo más probable es que deba volver a tomar deuda. La pregunta es si, con la gran carga que tienen actualmente gracias a los Glazer, el nuevo financiamiento no llevará al equipo aún más profundo de lo que se encuentra actualmente. Si ustedes estuvieran en los zapatos de Ratcliffe. ¿Abandonarían el Old Trafford?

Nos vemos la próxima.

Tomás Fistzen

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